Durante la década de los años cuarenta el Perú empezó
a vivir un cambio cultural impulsado por artistas, arquitectos, escritores e
intelectuales, la corriente Modernista que había surgido en Europa décadas atrás
estaba tomando fuerza en Latinoamérica a mediados del S. XX. Esta corriente
deja atrás todo el historicismo y academicismo planteando un nuevo estilo no
solo en las artes sino también en la forma de llevar la sociedad pues es
consecuencia de la revolución industrial y la primera guerra mundial. Las ideas
y criterios del modernismo para la arquitectura urbano-residencial consistían
principalmente en la densificación de los edificios residenciales y
peatonalización de la cuidad, proveer también de espacios públicos y edificios
de uso colectivo. Estos criterios se aplicaron en los Conjuntos Habitacionales,
Residenciales, Unidades Vecinales y otros tipos de proyectos urbano-residenciales
para la clase media baja del Perú durante los años cincuenta. Es en la década
de los años sesenta es cuando la corriente modernista deja de ser una corriente
cultural disidente y se vuelve el estilo oficial del gobierno con la llegada de
Belaunde Terry a la presidencia. Dentro de la diversidad de proyectos
residenciales, la Residencial San Felipe destaca no solo por la aplicación de
las ideas modernistas en su diseño sino también por la monumentalidad de sus
edificios, fue la manera gobierno de dejar su marca en la cuidad, además de ser
uno de los pocos proyectos pensados para la clase media alta y la clase
política de la época.
1.
Contexto de la Residencial San Felipe.
A finales de la década de 1940 la relevancia y alcance
que iba tomando el movimiento modernista en el Perú era trascendente, este
cambio fue llevado principalmente por arquitectos de la recién fundada Facultad
de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería y apoyado desde el
gobierno por el arquitecto Fernando Belaunde Terry. Durante la su gestión, la
Junta Nacional de Vivienda (JNV), ente encargado de los proyectos residenciales
a nivel nacional como las Unidades Vecinales y Conjuntos Residenciales, era dirigida
por arquitectos pertenecientes al movimiento modernista, es por esto por lo que
la Residencial San Felipe, proyecto de la JNV, fue pensada como obra
emblemática del gobierno. El terreno donde se emplaza el proyecto cuenta con 27
hectáreas, se encuentra en Jesús María, en Lima, un distrito de clase media,
precisamente entre las avenidas Gregorio Escobedo, Pershing, Eduardo Avaroa y
Huiracocha. Antes de la residencial, aquí de encontraba el Hipódromo de San
Felipe, pero en 1960 se trasladó a Monterrico y el terreno quedó libre. El área
era un pulmón verde, había un bosque de eucalipto por el lado la avenida
Huiracocha, ahí también se encuentra la casa Huiracocha, obra emblemática del
arquitecto Luis Miró Quesada proyectaba en 1947 bajo los principios de la
arquitectura de Le Corbusier. El conjunto residencial fue proyectado en tres
etapas. La primera etapa fue planeada en 1960 por los arquitectos Enrique
Ciriani y Mario Bermuy, aquí se diseña las cuatro torres monumentales con los
volúmenes de dos pisos entre ellas y el ágora central. La segunda etapa fue
diseñada por Jacques Crousse y Oswaldo Núñez en 1964, uno de los encargos del
gobierno fue aumentar la cantidad de viviendas en los bloques y reducir los
costos. Los proyectistas para la tercera etapa fueron Luis Vásquez y Víctor
Smirnoff, el encargo fue el mismo, mayor densidad de habitantes y menor costo.
2.
Manejo espacial de las viviendas
En las tres etapas encontramos diferentes tipologías
de vivienda. En la primera (Ciriani y Bermuy) encontramos tres tipos: flats en
las cuatro torres principales de catorce pisos, dúplex en los bloques alrededor
de estas y viviendas unifamiliares a los extremos de los bloques. El diseño se
centró en la sensación de amplitud y dilatación espacial mediante los vanos
corridos. Estos vanos recorren las cuatro fachadas, continuando inclusive en
los vértices del volumen, liberando de esta manera el ángulo y generando así
una visión panorámica del exterior. Esta integración del interior y exterior
continua en la circulación de las torres. Los halls que reparten a las ‘viviendas
se relacionan con el exterior mediante amplios vanos laterales que permiten la
circulación del viento y la penetración de luz solar. Dada sus dimensiones y por
la doble altura, no son solo circulación sino también espacios amplios de
encuentro de vecinos y vecinas pues casa uno reparte a ocho viviendas en dos
pisos distintos.
Con las modificaciones y ampliaciones que encontramos
al interior las viviendas queda en evidencia que con el tiempo no han podido
satisfacer completamente las necesidades de las personas pues se ha pensado en
las funciones básicas de la vivienda y no se proveyó de espacios de depósito lo
suficientemente amplios. La costumbre de almacenar objetos o guardarlos “por si
acaso” muy propia de nuestra sociedad genera la necesidad de tener un espacio
amplio o pequeños espacios que sirvan como depósito, espacios que muchas veces
no encontramos ni en proyectos antiguos ni en actuales, y como se va
desarrollando la arquitectura residencial seguida del boom inmobiliario y la
capitalización del espacio, probablemente no se verá en proyectos que se
construirán en un futuro cercano.
Sin embargo, la buena relación que mantienen los y las
vecinas, ese sentido de comunidad que les relaciona y que se muestra al
entablar una breve conversación con ellos, es producto del diseño
arquitectónico, esto nos muestra que los conjuntos residenciales son una muy
buena propuesta para poder tener no solo calidad de vida sino organización y
relaciones vecinales como consecuencia del uso compartido de los espacios
dentro del edificio y comunicación que genera entre ellos.
3.
Diseño Urbano.
El ágora central de la primera etapa es la
continuación de este propósito de estrechar lazos sociales mediante espacios
comunitarios. Esta plaza hundida se encuentra rodeada por las cuatro torres y
está delimitada por las calles elevadas que conectan los edificios. El acceso
es totalmente libre, se puede acceder directamente desde las torres o los
bloques que se encuentran entre ellas por las circulaciones a nivel o las
calles elevadas, también podemos acceder desde la vía pública atravesando los
edificios. A pesar de la permeabilidad del espacio, cuando uno se encuentra en
el ágora siente que está dentro de la residencia sin dejar de estar en el
exterior, el efecto que genera la monumentalidad de las torres enmarcando
verticalmente el espacio y las calles elevadas como puentes entre los volúmenes
definiéndolo de manera horizontal es lo que buscaban los proyectistas al diseñar
el espacio, este es uno de los principios del movimiento moderno, la
integración del interior y el exterior y la definición virtual del espacio.
Aquí encontramos también algunas modificaciones
realizadas por las y los propietarios a través del tiempo, pérgolas en las
esquinas de la plaza y rejas en las circulaciones a nivel para acceder a la
plaza de los volúmenes de dos pisos entre las torres. Estas modificaciones se
dan, a mi parecer, por que las y los propietarios, y la sociedad peruana en
general, no llega a relacionarse bien con el principio de la simplicidad, del “menos es más” fundamental en el
modernismo. Esto se debe, creo yo, a
la necesidad de aprovechar cada rincón del espacio para no sentir que se está
desperdiciando.
4.
Comparación con un caso latinoamericano similar.
Como se mencionó al inicio, el movimiento modernista
en Latinoamérica se dio de manera casi paralela, a mediados del S. XX buscando
soluciones al problema de la vivienda y la extensión informal e incontrolada de
la cuidad. En el caso de México, los proyectos dirigidos a solucionar el
déficit de la vivienda fueron llevado de manera similar al de Perú, políticas
públicas y proyectos por parte del estado. En 1960, el mismo año de la
proyección de la Residencial San Felipe se proyectó en la Cuidad de México el
Conjunto Urbano Presidente Adolfo López Mateos de Nonoalco Tlatelolco por Mario
Pani junto con Luis Ramos Cunningham y Ricardo de Robina. Al igual que San
Felipe, en el extenso terreno donde se emplaza el conjunto (964 000 m2)
existían edificaciones, pero en este caso era en una zona periférica con
viviendas precarias y marginales de trabajadores ferrocarrileros
sindicalizados. El plan consistía en eliminar las viviendas y construir 15
super manzanas. Dentro de las similitudes de las características de las obras
encontramos el monumentalismo y la intención darle importancia al peatón dentro
de la cuidad, generar espacios públicos y edificaciones de uso colectivo.
Fueron también tres etapas, aunque para Tlatelolco se planificaron más. En
cuanto las diferencias encontramos principalmente la escala, el conjunto
mexicano supera ampliamente a San Felipe. Los bloques de Tlatelolco llegan a 20
pisos además de ser 102 edificios con 11 916 departamentos para 70 000
habitantes cuenta con gran cantidad de comercio, centros educativos desde
guardería hasta secundaria técnica, clínicas, cine, estación de metro, iglesia
y hasta una zona arqueológica. Este Conjunto Urbano es realmente una cuidad
dentro de otra. Aquí conviven también diferentes clases sociales mientras que
en San Felipe encontramos solo clase media. Tlatelolco cuenta con tres
conjuntos residenciales principales: la independencia, la Reforma y la
Republica.
El primero es conforme al plan original, para clases
bajas con departamentos hasta de una habitación. Dentro de este conjunto se
encuentra la Torre Insignia, una gran torre piramidal muy esbelta que es un
referente no solo de todo el Conjunto Urbano sino también de la Cuidad de
México. Para la San Felipe el plan original tuvo alteraciones, en sus tres
etapas. En cuanto al segundo conjunto residencial fue proyectado para la clase
alta, con patios al interior y acabados de lujo. En esta zona se extiende un
bosque con cantidad de árboles, de gran variedad, es un pulmón verde de la
cuidad. Si bien la Residencial San Felipe cuenta con una de área verde, no
llega a las dimensiones que se desarrollan en México. Finalmente, en la
República encontramos la histórica Plaza de las Tres Culturas donde se
encuentra una zona arqueológica (cultura pre colombina) una iglesia colonial y
las edificaciones modernistas, tres momentos de la historia mexicana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario