ANÁLISIS
CRÍTICO DE LA RESIDENCIAL “SAN FELIPE”
Por
Verónika Semizo
ÁREAS COMUNES
Al ingresar al edificio “C”
de la residencial San Felipe, nos recibe un vestíbulo amplio con ascensores
laterales y una escalera integrada al medio. Al llegar al siguiente nivel
llegamos a otro vestíbulo no tan amplio como el inicial, pero si lo suficiente
para recibir a las cuatro familias de los niveles intermedios.
Observamos que dos
departamentos se encuentran a 1.40 metros sobre el nivel del vestíbulo y los
otros dos, a 1.40 metros por debajo de este, aproximadamente. Notamos que este juego
de niveles también se genera sub-espacios entre los departamentos. Todo ello
forma parte de la idea que se tuvo cuando se diseñó San Felipe, la interacción
entre los vecinos. No solo en el exterior, sino también en el interior de los
edificios, es por esta razón que los vestíbulos son considerablemente amplios.
Figura N° 1 y 2: Vista
desde el vestíbulo hacia los departamentos a 1.40 m aproximadamente.
Elaboración propia.
Figura N° 3: Vista desde
el vestíbulo hacia los departamentos por debajo de los 1.40 m aproximadamente.
Elaboración propia.
Sin embargo como nos dice el
Arquitecto Ernesto Ciriani (2016), “Hoy en día, estamos diciendo que San Felipe
tiene medio siglo, es decir, que los que llegaron a San Felipe jóvenes ya son
todos viejos, entonces ya no les gusta que la plaza haga ruido y que se vea
mucha gente; porque quieren dormir,
quieren la paz del viejo (…) La idea de vivir, compartir el espacio
público se ha perdido.”
Así como en las plazas,
dentro del multifamiliar se busca dicha paz que genera una ruptura con el
bullicio de la socialización, de modo que los ya mencionados vestíbulos amplios
ahora solo forman parte del paso a la circulación vertical, y ya no para lo que
en un inicio se pensó como un espacio de vinculación social.
Por otro lado, observamos
también que al diseñar y ubicarlos departamentos a niveles superiores e
inferiores por medio de escaleras de siete gradas, no se consideró la
accesibilidad para las personas discapacitadas o la dificultad y el cansancio
de las personas ancianas para subir las gradas.
En este sentido, observamos
que estos espacios fueron pensados para personas jóvenes, olvidando que estás
llegarían a envejecer y que la utilidad que se le da a la residencial ya no
sería la misma. Y que los jóvenes de hoy en día no son los mismos de esa época.
COMPARACIÓN
CON RESIDENCIAL MODERNA DE AMÉRICA LATINA:
CONJUNTO HABITACIONAL “PAULO SEXTO”.
BOGOTÁ, COLOMBIA. 1966.
Paublo Sexto fue construido
en 1966, dos años antes de la visita del Papa que le dio su nombre. Tiempo
después se construyó una segunda etapa, muy diferente del diseño original. Lo anterior fue el punto de partida en la
consolidación del modelo de barrio en Bogotá, que luego Londoño consolidó con
los diseños del sector de Timiza, en el suroccidente de la capital.
Con este proyecto, el
arquitecto planteó una verdadera autonomía familiar en la vivienda, traducida
en la convivencia de sus habitantes y en las formas de abastecimiento. En las
casas del barrio Timiza, Londoño les dejó a sus propietarios la posibilidad de
hacer ampliaciones, una innovación que resultó muy provechosa.
Con esta obra, este pensador
de la ciudad dejó en claro un concepto de espacio público directamente
relacionado con unidades habitacionales que contaran con zonas de recreación,
mercados, bancos y restaurantes. Lo público en este proyecto
es el gran mérito en su concepción, la configuración de una calle “urbana” de
comercio y gran actividad urbana en un conjunto de multifamiliares con
apartamentos de novedosa concepción
espacial, da potencia al proyecto
que a pesar de tener una estética pobre, en conjunto responde de manera
satisfactoria necesidades que demandan
sus ocupantes, haciendo que el factor “Estético” pase a un segundo plano. La
plaza como eje central del barrio nos configura el espacio público por
excelencia, del cual se parte para la integración del comercio y los servicios.
Paulo sexto cuenta con una
serie de equipamientos que lo hacen de
un lugar perfecto para vivir, sus aéreas
comunes son adecuadas y permiten la recreación y el esparcimiento de sus
ocupantes, además una disposición en planta que integra a todas las unidades
como un solo ente. Lo mencionado anteriormente logra que el conjunto sea ameno
a sus ocupantes e incluso a quienes no lo son;
en algunos casos Descrito de esta
manera “El barrio tiene un ambiente de
pueblito, en el mejor sentido de la palabra, que lo hace muy amable y acogedor
para los visitantes”. Lo que habla del
impacto que ha tenido su configuración
urbanística en el sentir de las personas del antes y el después; lo que convierte este conjunto en una de las
maneras de interpretar lo moderno en la arquitectura.
Figura N° 4: Vista de la
plaza del conjunto habitacional Paulo Sexto. Bogotá, 1966.
Las características
principales del conjunto habitacional
“Paulo Sexto” es muy similar a la residencial “San Felipe”, no solo en
el hecho de generar espacios de interacción de los usuarios, sino que también
el racionalizar los espacios dentro de la vivienda. Resaltando que tanto para
Colombia como para Perú, ambos tuvieron un incremento poblacional en sus
capitales por parte de migraciones desde pobladores de provincias para los años
treinta y cuarenta aproximadamente; y que para dar una solución, un orden, se
plantearon el diseño de conjuntos residenciales a bajo costo.
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