martes, 26 de junio de 2018

  
ANÁLISIS CRÍTICO DE LA RESIDENCIAL “SAN FELIPE”
Por Verónika Semizo

ÁREAS COMUNES
Al ingresar al edificio “C” de la residencial San Felipe, nos recibe un vestíbulo amplio con ascensores laterales y una escalera integrada al medio. Al llegar al siguiente nivel llegamos a otro vestíbulo no tan amplio como el inicial, pero si lo suficiente para recibir a las cuatro familias de los niveles intermedios.
Observamos que dos departamentos se encuentran a 1.40 metros sobre el nivel del vestíbulo y los otros dos, a 1.40 metros por debajo de este, aproximadamente. Notamos que este juego de niveles también se genera sub-espacios entre los departamentos. Todo ello forma parte de la idea que se tuvo cuando se diseñó San Felipe, la interacción entre los vecinos. No solo en el exterior, sino también en el interior de los edificios, es por esta razón que los vestíbulos son considerablemente amplios.


 Figura N° 1 y 2: Vista desde el vestíbulo hacia los departamentos a 1.40 m aproximadamente. Elaboración propia. 

 Figura N° 3: Vista desde el vestíbulo hacia los departamentos por debajo de los 1.40 m aproximadamente. Elaboración propia. 


 Sin embargo como nos dice el Arquitecto Ernesto Ciriani (2016), “Hoy en día, estamos diciendo que San Felipe tiene medio siglo, es decir, que los que llegaron a San Felipe jóvenes ya son todos viejos, entonces ya no les gusta que la plaza haga ruido y que se vea mucha gente; porque quieren dormir,  quieren la paz del viejo (…) La idea de vivir, compartir el espacio público se ha perdido.”
Así como en las plazas, dentro del multifamiliar se busca dicha paz que genera una ruptura con el bullicio de la socialización, de modo que los ya mencionados vestíbulos amplios ahora solo forman parte del paso a la circulación vertical, y ya no para lo que en un inicio se pensó como un espacio de vinculación social. 
Por otro lado, observamos también que al diseñar y ubicarlos departamentos a niveles superiores e inferiores por medio de escaleras de siete gradas, no se consideró la accesibilidad para las personas discapacitadas o la dificultad y el cansancio de las personas ancianas para subir las gradas.
En este sentido, observamos que estos espacios fueron pensados para personas jóvenes, olvidando que estás llegarían a envejecer y que la utilidad que se le da a la residencial ya no sería la misma. Y que los jóvenes de hoy en día no son los mismos de esa época.


COMPARACIÓN CON RESIDENCIAL MODERNA DE AMÉRICA LATINA:
CONJUNTO HABITACIONAL “PAULO SEXTO”. BOGOTÁ, COLOMBIA. 1966.

Paublo Sexto fue construido en 1966, dos años antes de la visita del Papa que le dio su nombre. Tiempo después se construyó una segunda etapa, muy diferente del diseño original.  Lo anterior fue el punto de partida en la consolidación del modelo de barrio en Bogotá, que luego Londoño consolidó con los diseños del sector de Timiza, en el suroccidente de la capital.

Con este proyecto, el arquitecto planteó una verdadera autonomía familiar en la vivienda, traducida en la convivencia de sus habitantes y en las formas de abastecimiento. En las casas del barrio Timiza, Londoño les dejó a sus propietarios la posibilidad de hacer ampliaciones, una innovación que resultó muy provechosa.

Con esta obra, este pensador de la ciudad dejó en claro un concepto de espacio público directamente relacionado con unidades habitacionales que contaran con zonas de recreación, mercados, bancos y restaurantes. Lo público en este proyecto es el gran mérito en su concepción, la configuración de una calle “urbana” de comercio y gran actividad urbana en un conjunto de multifamiliares con apartamentos de novedosa concepción  espacial,  da potencia al proyecto que a pesar de tener una estética pobre, en conjunto responde de manera satisfactoria  necesidades que demandan sus ocupantes, haciendo que el factor “Estético” pase a un segundo plano. La plaza como eje central del barrio nos configura el espacio público por excelencia, del cual se parte para la integración del comercio y los servicios.

Paulo sexto cuenta con una serie de equipamientos que lo  hacen de un lugar perfecto para vivir,  sus aéreas comunes son adecuadas y permiten la recreación y el esparcimiento de sus ocupantes, además una disposición en planta que integra a todas las unidades como un solo ente. Lo mencionado anteriormente logra que el conjunto sea ameno a sus ocupantes e incluso a quienes no lo son;  en algunos casos  Descrito de esta manera  “El barrio tiene un ambiente de pueblito, en el mejor sentido de la palabra, que lo hace muy amable y acogedor para los visitantes”.  Lo que habla del impacto que ha tenido su configuración  urbanística en el sentir de las personas del antes y el después;  lo que convierte este conjunto en una de las maneras de interpretar lo moderno en la arquitectura.


 Figura N° 4: Vista de la plaza del conjunto habitacional Paulo Sexto. Bogotá, 1966. 

Las características principales del conjunto habitacional  “Paulo Sexto” es muy similar a la residencial “San Felipe”, no solo en el hecho de generar espacios de interacción de los usuarios, sino que también el racionalizar los espacios dentro de la vivienda. Resaltando que tanto para Colombia como para Perú, ambos tuvieron un incremento poblacional en sus capitales por parte de migraciones desde pobladores de provincias para los años treinta y cuarenta aproximadamente; y que para dar una solución, un orden, se plantearon el diseño de conjuntos residenciales a bajo costo.            




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